Capítulo 13: El Robo más surrealista de la Historia [Parte 2]

Y cómo se convirtió en nuestra mejor anécdota

¡Hola, viajero/a!

Hoy os traemos la segunda parte del robo más surrealista que nos pasó en el viaje. Os aseguramos que fue para no creer 😅 pero, para entenderla, es imprescindible haberse leído la parte 1. Si se os ha pasado la podéis ver haciendo clic aquí.

Aún así, aquí va un pequeño resumen para entrar en contexto rápidamente:

Durante nuestra tercera visita a Indonesia, nos embarcamos en una caótica odisea hacia una isla poco conocida (cuyo nombre prometimos no revelar) marcada por estafas descaradas, revendedores sin escrúpulos, policías corruptos y tarifas absurdas.

Tras una batalla de días por conseguir boletos y evitar más timos, logramos llegar a nuestro hospedaje, donde todo parecía calmarse… hasta que un día, al volver antes de lo habitual, encontramos nuestra habitación abierta y a un desconocido dentro. Lo que parecía un viaje paradisíaco, se convirtió en el comienzo de la anécdota más surrealista que vivimos en Asia. ¡Os contamos toda la historia a continuación!

En la Newsletter de hoy:

Lo que nos ocurrió en Asia - Capítulo 13:
El Robo más surrealista de la Historia [Parte 2]

Me planté delante del intruso que estaba dentro de nuestra habitación sin dejarlo salir de la habitación, mirándolo a los ojos con cara de desquiciado. Mientras, Patri se puso a buscar entre nuestras cosas para ver si faltaba algo.

El chico que estaba adentro, que resultó ser el que nos hacía los desayunos, no paraba de reír y decir “Clean, clean, clean” (o sea, como que estaba limpiando). Solo hablaba cuatro palabras en inglés, por lo que no respondió cuando le contesté: “Clean, clean, clean, pero ni siquiera llevas una escoba en la mano”.

Patri me dijo que no nos faltaba nada y, él, a la mínima que pudo, bajó las escaleras diciendo “Clean, clean, clean”. Subió a los 10 segundos con una escoba y un ambientador. “Limpió” la habitación en 3 segundos y se fue. Por un segundo dudé si de verdad estaba abriendo para luego limpiar, cosa que ya me parecía raro porque en los días anteriores nadie nos había limpiado la habitación, pero Patri me dijo que se había quedado petrificada porque en esos 10 segundos que subió antes que yo, lo había visto agachado revolviendo nuestras cosas. 

Lo primero que hicimos fue mandarle un mensaje a Jessica y Marcos para contarles lo que nos había pasado y avisarles para que pudieran venir pronto y así revisar si les faltaba algo.

Aproximadamente una hora después llegaron al hotel y lo primero que se fijaron fue en el dinero que tenía cada uno guardado. A Jessica se le cambió la cara al instante, como si hubiera visto un fantasma. Le faltaban 400 dólares de su bolsita del dinero. Quizás 400 dólares no parezca mucho, pero cuando llevas de viaje por un tiempo tan largo, cuidando cada centavo que te gastas con extremo cuidado, creednos que 400 dólares es una fortuna. 

Jessica pasó de ser una chica súper dulce y risueña a una fiera indomable. Me preguntó si podría reconocer al chico que lo había hecho, a lo que yo respondí que sí, y salimos a buscarlo por todo el hostal. Lo revisamos de arriba a abajo, entramos a sus habitaciones, a sus zonas de rezo, la cocina y nada, habían desaparecido todos.

Salimos a la calle y lo vimos sentado en un rincón, haciéndose el desentendido de toda la situación. Jessica le empezó a decir en inglés que sabía lo que había pasado y que le devuelva el dinero, por favor. Él, entre risas, respondió que no hablaba inglés.

Jessica sacó el teléfono, abrió el traductor y le dijo en un tono más calmado que antes: “Sé que has entrado a mi habitación y que me has robado mi dinero. Devuélvemelo ahora mismo y aquí no ha pasado nada. No llamaremos a la policía y todo seguirá como si nada. Todos cometemos errores, por lo que si me devuelves el dinero ahora mismo te perdonaré.”

Cuando él ladrón estaba contestando, entre una risa nerviosa y de miedo, que él no tenía nada que ver, que no tenía ni idea de lo que estábamos hablando y que él no tenía ningún dinero, llega corriendo Marcos súper nervioso diciendo que a él le faltaban ¡1000 euros!

Acá Jessica perdió toda la paciencia que había ganado en los últimos minutos y le empezó a gritar: ¡GIVE ME MY FUCKING MONEY!, una y otra vez. Mientras pasaba esto, Patri estaba en la habitación tratando de contactar con Ali, el cual supuestamente estaba en un barco haciendo no se qué, y que iba a tardar una hora en llegar. Le comunicamos que la situación era urgente, que tenia que llegar ya y él volvió a repetir: estoy arriba de un barco, llego en una hora y cortó la comunicación hasta entonces. 

Hasta que llegó Ali, el plan fue acorralar al ladrón para que no escape, decirle una y mil veces que estábamos muy nerviosos y que nos devolviera el dinero, a lo que el siempre respondía que no tenía nada. El ladrón al verse tan acorralado quiso salir del rincón en el que estaba, pero Jessica lo agarró al vuelo de un brazo y lo llevó arrastrándolo hacia la habitación en el que siempre lo veíamos descansar a él y al personal, lo encerró y le gritó que rebusque entre sus cosas y que no salga hasta que aparezca el dinero.

Llegó Ali al hostal, y Jessica y Marcos le dijeron que ese chico les había robado, que Matias y Patri lo vieron rebuscando entre sus cosas y que a ellos les faltaba 400 dólares y 1000 euros. Ante tal escándalo, los demás huéspedes que estaban en sus habitaciones empezaron a salir al pasillo para ver que pasaba, a lo que Jessica les decía que en ese lugar había ladrones. Imagínense la cara de todos y el miedo que entró en el pecho de cada uno. Al ver esto, Ali nos llevó hacia un patio más alejado en el que desayunábamos todas la mañana para hablar de forma “tranquila”. 

Y ahí  estábamos, en una mesa sentados Ali, el ladrón y Jessica, mientras que Marcos, Patri y yo estábamos de pie. Ali y el ladrón empezaron a hablar en su idioma y después de una larga charla Ali nos dijo que él no tenia el dinero, que era su mejor amigo y que él no haría algo así. Jessica se enfureció y empezó a gritar amenazando a Ali que le iba a hundir el negocio, ya que le iba a decir a todos sus conocidos que le pongan reseñas diciendo que en ese lugar robaban.

Todo el mundo empezó a salir otra vez de sus habitaciones, y como Ali vió que la situación se le estaba yendo de las manos, nos llevó para arriba donde estaban nuestras habitaciones a tratar de seguir hablando de forma tranquila, cosa que accedimos. Jessica no paraba de hablar con Ali y cuando se le salía la cadena increpaba al ladrón, lo agarraba de los hombros y lo tiraba por las escaleras a empujones para que vaya a buscar el dinero que le había robado. 

Él se iba, volvía a los 5 minutos y se paraba de nuevo con Ali como si no pasara nada. Esto enfurecía a Jessica y volvía a hacer el mismo procedimiento. Marcos le decía a Jessica que se calme, que el dinero ya estaba perdido y que no íbamos a ganar nada.

También cabe aclarar que lo último que queríamos era ir a la policía, ya que creíamos que se nos iban a reír en la cara. Seguramente le iban a creer más a un chico local, que posiblemente sea su amigo (isla chiquita, se conocen entre todos) que a unos turistas que iban a estar dos días por ahí y que no iban a ver nunca más en la vida.

Ali seguía hablando con su amigo en su idioma pero no había caso, él nos aseguraba que el chico no había hecho nada. Después de una hora de amenazas por parte de Jessica y Marcos, y tras una charla entre Ali y el ladrón que se volvió muy acalorada de repente, Ali agarró al ladrón del cuello, le pegó una hostia en toda la cara, lo arrinconó contra una esquina, agarró una teja que estaba despegada del techo que era del tamaño de un elefante y la levantó en alto, amenazando con rompérsela en la cabeza a su supuesto amigo de toda la vida.

Tras esta situación que ocurrió a escasos centímetros de nosotros, el ladrón bajó las escaleras corriendo, volvió a subir y, acercándose a Jessica, le entregó 405 dólares (si, le devolvió hasta los 5 dólares extras que ni sabían que también les había robado) sin parar de decir: “sorry, sorry, sorry”.

Jessica agarró su dinero, lo contó para asegurarse y le dijo: “Okey, ahora ves a buscar los 1000 euros”. El ladrón sorprendido dice: “No, no, no, no” mientras hacía la señal de la cruz cruzando sus brazos, como dando a entender que no tenía nada más. A este punto, a Jessica ya se le soltó la cadena por completo, lo agarró como si fuera un saco de papas y se lo llevó para abajo. Lo volvió a encerrar en la habitación con la pauta que no saliera hasta que no le devolviera todo el dinero. 

Cuando él salía, le daba otras divisas que tenía escondidas, como dólares australianos que seguramente les había robado a otras personas. Jessica con toda la furia lo volvía a meter en su habitación y cerraba la puerta.

Llegó un momento que el chico no salía y no sabíamos que estaba haciendo ahí adentro. Como muchas construcciones en Asia, las paredes por arriba tenían una especie de ladrillo decorativo en los cuales se podía ver para adentro. Nosotros hicimos una especie de tótem hasta llegar arriba y con el celular grabábamos para ver qué estaba haciendo. Cuando vimos el vídeo, resultaba que el señor estaba jugando con los botones del aire acondicionado, como haciendo pasar el tiempo. Jessica se enfureció aun más (si es que era posible), lo sacó del brazo con un tirón y fue junto a él a buscar a Ali para que vayamos todos juntos a la policía.

Cuando encontramos a Ali, el muy cabrón estaba comiéndose un kebab junto a sus amigos, que habían llegado al enterarse de todo el percal. Jessica le pidió que nos fueramos todos a la policía y él le dijo que estaba cenando, que no lo moleste. Jessica le volvió a decir que iba a arruinarle el negocio, a lo que Ali explotó diciéndole que no le importaba nada ya, que se lo arruiné, que le daba igual. Que él iba a cenar y que si queríamos ir a la policía con él, que esperáramos. 

Mientras Ali y sus amigos comían su kebab, Jessica se fue a una habitación con el ladrón, y pasó de poli mala a poli buena, preguntándole por qué le había robado, si tenía hijos, si estaba en una mala situación económica, que si le devolvía el dinero ella podía ayudarlo.

El ladrón le contestó que sí, que estaba pasando por una mala situación económica, ya que todas las amiguitas de la hija tenían una bicicleta eléctrica y él no podía comprarle una a la hija, por lo que el dinero robado era para esto. Sí, un caradura.

Al mismo tiempo, Patri, Marcos y yo estábamos con Ali y sus amigos. Los amigos nos preguntaron qué había pasado, nosotros les contamos que lo habíamos cazado robando, a lo que uno nos contesta entre risas: “Puto novato, es un principiante.”

Después de esta cena surrealista, todo estaba decidido para ir a la comisaría, pero JUSTO cuando estábamos por salir se largó la tormenta del siglo, a lo que Ali nos dice: bueno, habrá que esperar que pare, yo con esta lluvia no voy a ningún lado. 

Media hora después pusimos rumbo a la comisaría. Marcos y Jessica como los damnificados en una moto. Patri y yo, como los testigos en otra moto. Al ladrón lo llevó en otra moto el amigo que dijo antes que era un novato. Ali fue solo en la suya. 

La comisaría quedaba a 5 manzanas del hostal. Cuando entramos y vimos la situación no lo podíamos creer. Estaban todos los policías en pijamas, algunos cenando y otro ya durmiendo en un colchón tirado en el suelo. Nos sentamos todos en una mesa, y entre ellos empezaron a hablar en idioma bahasa. Jessica los interrumpió al instante diciéndoles que habláramos todos en inglés, ya que teníamos miedo que arreglaran entre ellos dividirse los 1000 euros. 

La comisaría

De la nada se levanta el amigo de Ali que había dicho que el ladrón era un principiante, agarra una hoja con un boli que había por ahí tirado, y dice: ¡Yo tengo la solución! Escribió: 400 dólares que ya devolvió, 1000 euros que están desaparecidos… por ende, faltan 1000 euros, solucionado. Todos nos quedamos mirándolo con cara de: cállate y vete porque te vamos a matar.

La reunión se trasladó afuera de la comisaría. De la nada, se pusieron a hablar entre ellos en idioma bahasa y se empezaron a reír a carcajadas. Yo, totalmente indignado, le dije a los chicos que nos estaban vacilando en la cara y que ya habíamos perdido. El ladrón se unnió a las risas que estaban compartiendo los demás, a lo que uno de los policías cambió instantáneamente la expresión de su cara de felicidad a ira y le metió un puñetazo en toda la cara al ladrón, lo agarrró del cuello y se lo llevó arrastrando a una de las habitaciones que tenían adentro. 

A los dos segundos, el policía salió para coger una porra y meterse de nuevo a la salita con el ladrón. Jessica, que ya estaba desbordada, se puso a llorar diciendo que no podía ya con la situación y con lo que estaba pasando ahí adentro. Yo, con mi escepticismo total, le dije que era todo mentira, que era todo una gran obra de teatro que se estaban armando entre ellos. 

Al buen estilo Tom y Jerry, el policía salía de vez en cuando, soltaba el palo que tenía, agarraba uno más largo y se volvía a meter en la comisaría. Esta escena paso un par de veces y nosotros con Patri decidimos que ahí ya no hacíamos nada, que nadie nos iba a tomar declaración y que por la hora que era ya no íbamos a poder ni cenar.

Lo único que estaba abierto en toda la isla era el famoso puestito callejero de kebab, sí,el mismo que se estaba comiendo Ali antes con sus amigos. Les dijimos a los chicos que íbamos a comprar un par y que si querían nosotros le íbamos a buscar un par para ellos. Ellos nos dijeron que sí, asi que fuimos a comprar los kebab, y nos lo comimos ahí en la comisaria mientras seguía esa situación surrealista por detrás.

Con Patri, nos fuimos al hostal y a la hora llegó Jessica y Marcos. Nos contaron que la policía les dijo que los 1000 euros no estaban, pero que el ladrón había contactado con un pariente y que iban a vender una casa a no sé quien para darles el dinero en moneda local a los chicos. Habían vendido a las 11 de la noche una casa en 5 minutos, no tenía ningún tipo de sentido.

Al otro día, con Patri, hicimos las maletas y nos fuimos a otro hotel, diciéndole a Ali que hasta que no apareciera el dinero nos llevábamos la moto y no le íbamos a pagar las noches que quedaban por pagar. Jessica y Marcos se quedaron, ya que todavía dependían de Ali para que les consiga el ticket de barco para irse de la isla.

Esa misma mañana teníamos una excursión de snorkel y de island hoping los 4 juntos. Jessica y Marcos vinieron a nuestro nuevo hotel a dejar sus mochilas por las dudas, pero antes habían pasado por la comisaria para ver como estaba la situación de la devolución del dinero. Cuando llegaron vieron al ladron barriendo y fregando toda la comisaria, y les garantizaron que luego de la excursión iban a tener todo el dinero robado.

Excursión de Snorkel en el paraíso

Hicimos una excursión espectacular y entendimos por que nos habían recomendado tanto que vayamos a esa isla, ya que nuestra querida isla no era la gran cosa, pero el entorno que la rodea es un paraíso que por suerte está muy poco explotado por el ser humano. Después de la tarde/noche del horror que habíamos pasado, nos vino espectacular el día que habíamos pasado. 

Por la noche quedamos para cenar y los chicos llegaron un poco tarde ya que tenían que pasar antes por la comisaría, a recuperar su dinero. Les habían devuelto los 1000 euros sí, pero en rupias. 17 millones de rupias indonesias en billetes de 100.000. Esa misma noche era el cumpleaños de Ali y armó una fiesta con sus amigos. Estaban todos menos el ladrón que estaba encerrado en su habitación con vergüenza por lo que había pasado. Jessica y Marcos le dijeron a Ali que no pasaba nada y que el chico podía salir a celebrar con todo el mundo, ya que a ellos no le importaba. Al día siguiente el ladrón les hizo el desayuno a los chicos, y esa fue la última vez que lo vieron.

Jessica y Marcos se fueron de la isla y nosotros nos quedamos un par de días más por el cumpleaños de Patri. El ultimo día volvimos al homestay de Ali, le devolvimos la moto y le pagamos todo lo que le debíamos. Ali nos contó que había despedido a su amigo y que ese mismo día se volvía en barco para su ciudad. Sí, volvimos juntos con el ladrón en el barco. Lo teníamos dos asientos más adelante, y cuando se dio cuenta que nosotros estábamos ahí, salió para afuera y no volvimos a verlo nunca más.

Ali nos dijo también que no se había vendido ninguna casa, que el dinero lo había puesto él de su bolsillo y que por favor no dijéramos nada de lo que había sucedido, que cualquier comentario negativo contra la isla la hundiría, ya que esta sólo vive del turismo. Nosotros obviamente le dijimos que se quedara tranquilo y que le dejaríamos una buena reseña.

Y aquí es cuando giraron los acontecimientos…..

Nuestro viaje terminó el 1 de febrero del 2024 cuando aterrizamos en España. Un par de meses después nos juntamos con Jessica y Marcos en su casa a comer y a hablar sobre nuestras peripecias por Asia.

Cuando tocamos el tema de lo que habíamos vivido en la isla eran todo risas, y yo le dije a Jessica que deseaba no hacerla enojar nunca, ya que esa noche me había dado bastante miedo. Cuando comentamos el misterio de los 1000 euros, yo di mi opinión sobre el tema: para mi el ladrón de los 400 dólares nunca tuvo esos 1000 euros y que, quizás, alguien había entrado antes a la habitación de los chicos, había robado ese dinero y luego le pasó el dato a nuestro amigo que cazamos con las manos en la masa. Sin tener ninguna certeza ni prueba, sugerí que quizás el que había robado esos 1000 euros era el amigo de Ali que no paraba de reírse y que decía que el otro era un novato, un principiante.

Cuando dije esto, Jessica y Marcos se miraron y nos contaron su versión. Ellos, después de pensarlo fríamente, también creían que el chico no les robó los 1000 euros, ya que una vez que devolvió los 400 dólares era una tontería mantener la mentira. También nos contaron que creen que los 1000 euros no se los robó nadie en esta dichosa isla, sino que fue en el lugar donde habían estado haciendo buceo la semana anterior. Jessica si que solía contar su dinero con bastante frecuencia pero Marcos no, por lo que cuando llegó al homestay de Ali, hacía tiempo que no contaba su dinero. 

Aún  así, es un misterio que jamás tendrá respuesta. Al final, el pobre Ali tuvo que pagar los platos rotos sin haber hecho nada, por culpa de un mal amigo que se cagó en la mano que lo ayudó. Me imagino al ladrón pensando que Jessica y Marcos eran más ladrones que él, ya que después de haber recuperado sus 400 dólares se llevaron 1000 euros “de gratis”. 

Moraleja y Aprendizaje de la Historia

En casi dos años de viaje por el Sudeste Asiático, jamás nos pasó algo parecido. Todo lo contrario.

A veces nos olvidábamos las llaves puestas en la moto toda la noche o cuando íbamos a la playa y, al pasar las horas, nadie había tocado nada. Hemos dejado nuestras pertenencias tiradas por casi 6 meses en un cuarto donde pasaba un montón de gente al día y jamás nadie nos tocó nada.

El Sudeste Asiático es el lugar del mundo en el que más seguros nos hemos sentido. Pero, obviamente, no estás exento de que te pase algo parecido.

El aprendizaje de esta experiencia es claro: la confianza y la seguridad en un lugar no deben cegarte a la posibilidad de que las circunstancias cambien. En el Sudeste Asiático, experimentamos una hospitalidad y una sensación de seguridad increíbles, pero este incidente nos enseñó que siempre hay que estar alerta, incluso en los lugares que parecen más tranquilos.

Decidimos no revelar el nombre de la isla, ya que no queremos estigmatizar a toda una comunidad por las acciones de un individuo. A pesar de lo sucedido, nuestra experiencia en el homestay fue positiva. Ali, el dueño, fue una persona excepcional desde el principio y, aunque él era amigo del involucrado en el incidente, entendimos que no era responsable de las malas acciones de otros. Le dejamos una reseña de 10 porque su hospitalidad y atención merecían ser reconocidas.

"En cada viaje, las lecciones y los recuerdos no solo se encuentran en los lugares que visitamos, sino también en las personas que nos cruzamos y en la forma en que elegimos ver el mundo."

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