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• Capítulo 25: La Peor hora de Nuestras Vidas

• Moraleja y Aprendizaje de la Historia

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Capítulo 25:
La Peor hora de Nuestras Vidas

Los ponemos en situación: Año 2020. Pocos días antes de que explote la pandemia, empezamos un viaje por Tanzania que nos llevaría a hacer un safari y descansar en las playas de Zanzíbar. Después de unos días de ensueño recorriendo el Tarangire, el cráter del Ngorongoro y el Serengeti, tocaba bajar revoluciones y disfrutar de las playas paradisíacas de la isla de Zanzibar.

El safari lo habíamos hecho con una agencia local, todo impecable. Pero la isla decidimos recorrerla por libre… con un pequeño detalle: justo un conocido nuestro había abierto una agencia en Zanzíbar y, como queríamos echarle una mano, contratamos con él algunas excursiones.

El plan era simple:

• Día 1: Excursión por Stone Town.

• De camino al hotel: Visita a una plantación de especias.

• Día 2: Día completo de Snorkel.

Fácil, ¿no? Bueno, con nosotros lo fácil siempre se complica.

▶︎ El inicio

Un chico local se presentó como nuestro conductor. De primeras ya nos cayó mal: tenía una actitud vacilona y un aire de prepotencia que no cuadraba. Nos dijo que nos esperaría al final de la excursión para llevarnos al siguiente punto y, mientras tanto, nos presentó a un guía que nos llevó a recorrer Stone Town.

La excursión en sí fue genial: conocimos la casa donde se crió Freddie Mercury, los mercados, la historia de la esclavitud… todo contado con mucha pasión por nuestro guía. Hasta ahí, perfecto.

Al terminar, tocaba reencontrarnos con nuestro “querido” conductor… pero para nuestra sorpresa, no estaba. Esperamos media hora. Nada. El guía lo llamaba y no respondía. Una hora después, contesta: que no pensaba ir hasta allí, que nos esperaba en el punto de salida. O sea: habíamos caminado una hora y ahora teníamos que volver a hacer todo el trayecto. La bronca que teníamos encima era monumental.

▶︎ El colmo de la paciencia

Cuando al fin nos encontramos, entre risas nos dice que “por el tráfico” no le apetecía acercarse. Dos horas había tenido para llegar, pero no le dio la gana. Entramos al coche con mala cara, y decidimos que al menos la plantación de especias nos alegraría el día.

Y así fue… al principio. Los guías eran majísimos, nos contaban todo con detalle, probábamos especias, reíamos. Hasta que apareció él, nuestro conductor, para sumarse a la visita. Otra vez con su aire vacilón, interrumpiendo todo. La incomodidad fue inmediata.

Llegamos a la degustación de frutas, con más turistas alrededor, y ahí ya se fue de madre: se sentó en medio, gritando, tirándose encima de la gente… y descubrimos que el pañuelo que llevaba en la mano desde que lo conocimos, escondía una petaca de alcohol puro. El tipo estaba completamente borracho.

▶︎ El peor trayecto de nuestras vidas

Nos queríamos morir: estábamos en medio de una isla desconocida, sin internet, sin poder contactar al dueño de la agencia, y la persona que debía llevarnos al hotel estaba en completo estado de ebriedad. Pensamos en buscar un taxi, pero éramos el último grupo y la plantación estaba cerrando. Estábamos atrapados.

El viaje hacia nuestro hotel fue un infierno: maniobras temerarias, gritos, vaciles. Patri medio llorando. Yo, con una mezcla de miedo y ganas de agarrarlo del cuello. Fue, sin duda, el peor trayecto en coche de nuestras vidas.

Para colmo, el caradura quería parar a comer y encima que le invitáramos. Obviamente lo mandamos a paseo y exigimos que nos llevara al hotel. Cuando por fin llegamos, bajamos con las piernas temblando.

Y como broche de oro, nos siguió hasta la recepción exigiendo una propina. Hasta que no se la dimos, no nos dejó en paz. Se fue riendo, diciéndonos: “Nos vemos mañana en la excursión de snorkel, yo seré el conductor y el guía”.

▶︎ El final del mal trago

En la habitación, nos abrazamos y lloramos. Nos habíamos sentido totalmente indefensos, a merced de un loco. Apenas tuvimos wifi, llamamos al dueño de la agencia, que no salía de su asombro. Obviamente cancelamos la excursión del día siguiente y nos quedamos en el hotel a descansar y recuperarnos.

El chico nos pidió mil disculpas, nos dijo que no había sido lo estricto que debía en la selección de su equipo y que iba a despedir al conductor.

Moraleja y Aprendizaje de la Historia

Queremos dejar claro que esto NO es Tanzania: conocemos a muchísima gente local y son un amor, cálidos, hospitalarios, de lo mejor del mundo. Y no lo decimos por decir: Patri trabaja hoy en día en una agencia de safaris en Tanzania y ha ido varias veces. Sabemos de primera mano que la gente de Tanzania es increíble. El problema fue ese individuo. Pero gente así hay en todos lados.

¿La lección? Que aunque una agencia sea de un amigo o alguien conocido, eso no significa que sea la mejor opción. Siempre hay que revisar comentarios, informarse y no dar nada por hecho.

«A veces el peor viaje no está en la carretera, sino en la confianza mal puesta»

Y otra cosa que aprendimos: viajar sin internet en el móvil puede costar caro. Ese día, sin cobertura ni forma de pedir ayuda, entendimos la importancia de llevar una tarjeta eSIM para estar siempre conectados. Desde entonces, nunca más viajamos sin ella.

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