Capítulo 22: El Cajero Maldito

Y cómo casi nos quedamos sin dinero

¡Hola, viajero/a!

Hoy vamos a contaros una situación algo incómoda pero que puede pasarte en cualquier momento.

Recuerda que cada semana os enviamos una anécdota NUNCA CONTADA ANTES con una moraleja final y consejo viajero que podéis utilizar. Si quieres leer otros capítulos anteriores puedes hacer clic aquí.

En la Newsletter de hoy:

Lo que nos ocurrió en Asia - Capítulo 22:
El Cajero Maldito

Los hechos tienen lugar en Sukawati, Bali.

No es Ubud, no es Canggu, no es Kuta. Aquí no hay hordas de turistas ni cafeterías con wifi ultrarrápido. Sukawati es un pueblo tranquilo, de calles polvorientas, mercados locales y sonrisas sinceras. Un lugar donde la vida fluye sin prisa, y donde los únicos extranjeros que ves suelen ser los que se perdieron buscando otra cosa.

Después de varios días recorriendo la isla con la familia, que había viajado a Bali a visitarnos (no los veíamos hace más de 1 año!!), habíamos venido aquí buscando calma. Una moto, una cocina propia y el simple plan de preparar algo rico para comer.

Antes de ir al Alfamart a por provisiones, hicimos una parada rápida en un cajero. Sacamos dinero y, sin más, seguimos camino… hasta que, a medio kilómetro, Patri soltó:

No tengo la tarjeta.

Media vuelta.

Volvemos al cajero. Nada.

Ni en el suelo, ni en la ranura, ni en ningún lado. El lugar era una especie de antiguo “mall” venido a menos, casi abandonado. Silencio absoluto. Cuando retiramos el dinero, no había nadie. Ahora, tampoco. Y habían pasado, como mucho, tres minutos.

Parecía un truco de magia. O más bien, de desaparición. De esos que te generan un sudor nervioso.

La zona en la que perdí la tarjeta

Durante una hora hicimos de todo: revisamos la zona tres veces en moto, peinamos cada rincón, nos quedamos esperando a que alguna persona retirara dinero y ver si le devolvía la tarjeta… pero nada. Era como si Bali se la hubiera tragado.

Resignados, bloqueamos la tarjeta desde la app de Revolut. Y diréis… “¿Qué problema hay, no? En unos días te traerán otra”. Claro, ese es un pensamiento normal cuando estás en tu país, en tu casa. Pero ahí llegó el dilema: en dos días nos íbamos a Vietnam, y la nueva tarjeta tardaría unas dos semanas en llegar.

La solución fue improvisar: calculamos dónde estaríamos en ese momento, sumamos una semana de margen y pedimos que la enviaran a un hotel de Hue en el que siempre nos alojamos. Les escribimos antes, por si había problema, y ellos aceptaron encantados.

Pensad que solamente teníamos 2 tarjetas sin comisiones encima, una de Patri y otra de Mati. Las otras, eran españolas y no valía la pena usarlas en Bali porque te apuñalaban a comisiones. Si perdíamos otra… no teníamos dinero. No era de risa la situación.

Pero tuvimos fe y dos semanas después, mientras recorríamos Vietnam, recibimos un mensaje del hotel: “Su tarjeta está aquí”.

Y así, la historia terminó con final feliz. Nadie intentó usarla, nadie la encontró, y hasta hoy sigue siendo un misterio. ¿Dónde habrá quedado?

Moraleja y Aprendizaje de la Historia

Cuando viajas, la pregunta no es si te pasará algo así, sino cuándo. El que puedas perder la tarjeta es MUY probable, especialmente si vas distraido. Por eso, siempre lleva más de una tarjeta, aunque no viajes solo.

Asegúrate de que al menos una o dos tarjetas de las que llevas encima no te acribillen a comisiones al retirar dinero fuera de tu país. Y así, si pierdes una, bastará con bloquearla, pedir que te envíen otra y, de mientras, usar la tarjeta “PLAN B”.

Si viajas solo y no lo haces, estás en problemas. Si viajas acompañado, al menos tendrás alguien que te salve. Recuerda: SER PREVISOR TE SALVARÁ:

« En los viajes, como en la vida, la suerte se celebra… pero la previsión te salva »

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