Capítulo 11: La Mafia de Sekumpul

Y consejos para saber cómo evitarla 😅

¡Hola, viajero/a!

No todo es de color de rosa en la isla de los dioses. Atentos, porque esta historia os puede servir y mucho. Recuerda que cada semana os enviamos una anécdota NUNCA CONTADA ANTES con una moraleja final y consejo viajero que podéis utilizar. Si quieres leer otros capítulos anteriores puedes hacer clic aquí.

En la Newsletter de hoy:

Lo que nos ocurrió en Asia - Capítulo 11:
La Mafia de Sekumpul

Llevábamos ya mucho tiempo viviendo en Bali y recorriendo cada rincón de la isla. Podíamos decir con orgullo que habíamos visitado, al menos, todos los lugares más famosos. Todos, menos uno.

Sekumpul.

Quizás el lugar más deseado por los que pisan Bali por primera vez. Una cascada de postal. Una de las fotos más icónicas de la isla. ¿Por qué no habíamos ido aún? Fácil: porque sabíamos que ahí te estafaban. Te obligaban a contratar un guía… y por eso te cobraban un 1000% más del precio real de la entrada. Sí, mil por ciento. No se me escapó ningún cero.

El precio real de la entrada

Teníamos muchas ganas de conocerla, pero el hecho de saber que probablemente íbamos a pasar un mal rato nos echaba para atrás una y otra vez. Hasta que un día nos miramos y dijimos:  

“Tenemos un blog. Tenemos que contar qué está pasando realmente ahí.”

Había que ir. Fuese como fuese.

Así que preparamos una pequeña mochila con lo necesario en nuestro homestay de Ubud y arrancamos una ruta hacia el norte de la isla, cuyo destino final sería la mítica Sekumpul. En el camino, visitamos lugares mágicos como el templo Brahmavihara Arama o el templo Melanting. Por esas casualidades del destino, el día que decidimos ir a la cascada, coincidió con Galungan, una de las festividades más importantes de Bali.

Galungan celebra la victoria del bien (Dharma) sobre el mal (Adharma). Durante ese día, los balineses se visten con sus trajes ceremoniales, visitan sus templos familiares y preparan ofrendas, decorando las calles con los imponentes penjor, esos arcos de bambú adornados con hojas de coco y palmera.

Salimos bien temprano. La idea era clara: llegar antes que los estafadores.  

Si no estaban allí, no podían decirnos nada. ¿Lógica simple? Tal vez. ¿Funcionó? Ya veremos…

El trayecto fue el más mágico que vivimos en toda Bali. Circulábamos a paso de hombre con la moto, atravesando aldeas locales en las que todo el mundo estaba en la calle, de camino a sus templos. Nos saludaban con sonrisas enormes al ver nuestras caras de asombro. Aunque no somos religiosos, ese día se sentía algo especial en el aire. Mística pura.

El precioso camino entre pueblos locales

Conmovidos y emocionados, dejamos atrás el último poblado y nos adentramos en la naturaleza. Según habíamos leído en algunos blogs, había que evitar la entrada principal. En su lugar, debíamos ir por una secundaria, no marcada en el mapa. ¿La única pista? La ubicación de un warung local. A partir de ahí, debías seguir por un camino estrechísimo, flanqueado por una colina y arrozales, por donde solo cabe una moto.

Llegamos al warung… pero no teníamos idea de por dónde continuar. Estaba todo desierto, porque era Galungan. De repente, vimos una moto con dos locales que se acercaban. Nos preguntaron qué hacíamos por ahí. Les mentimos con una sonrisa:  

“Venimos a desayunar al warung.”

Ellos continuaron por el camino estrecho… y nosotros, cinco minutos después, los seguimos con cautela.

A medio camino, nos cruzamos nuevamente con la misma moto, pero ahora con solo uno de los locales. Llegamos al estacionamiento, dejamos nuestra moto y vimos cómo el hombre al que le habíamos mentido comenzaba a prepararse para cobrarnos la entrada.

Era el momento decisivo.

Sin dudarlo, bajamos de la moto con la mayor naturalidad posible y, como si supiéramos perfectamente a dónde íbamos, comenzamos a caminar hacia la bajada que lleva a la cascada.

Nos cruzamos la mirada.  

Él no dijo nada.  

Habíamos pasado el primer nivel ilesos. 

El camino no estaba del todo bien indicado, pero el rugido del agua era nuestra brújula. Diez minutos después, tras descender una enorme escalera de metal, llegamos. O eso creíamos...

Desde ese punto, el sendero se vuelve complicado si no llevas el calzado adecuado. ¿Adivinas quién no lo llevaba?

Mati con ligeras complicaciones

Con cuidado extremo, piedras resbaladizas y alguna que otra torcedura, llegamos.  Y qué lugar. Qué cascada. Qué maravilla. No exageramos si te decimos que es la más impresionante de todo Bali.

Había poca gente: un fotógrafo con su trípode, y una pareja de rusos. Ambos, con guías locales que no les perdían pisada. Cuando algunos de ellos nos vieron solos, nos preguntaron:

—¿Y su guía?

—Estamos alojados justo aquí afuera, en el homestay de la entrada —respondimos con convicción.  

Asintieron y nos dejaron tranquilos.

Tras una hora en Sekumpul, fuimos hacia la segunda cascada (Hidden Waterfall), a pocos pasos. Menos imponente, pero rodeada de una paz que todavía recordamos con una sonrisa. Después, volvimos hacia la escalera de metal para llegar a las otras tres cascadas (Fiji Waterfalls) del complejo. Allí sí había más turistas. Y, cómo no, todos con su guía.

Cascadas Fiji

Pasamos varias horas maravillados, contemplando este planeta que a veces parece de otro mundo. Y emprendimos el regreso con la satisfacción de haberlo vivido… sin caer en la trampa.

Pero la historia no termina ahí.

Al volver al punto de partida, donde horas antes solo había un hombre… ahora había al menos 20. El hombre que nos había dejado pasar era el mismo que ahora cobraba entradas. Y todos los demás eran sus “guías”.

Nos miraron con cara de pocos amigos. Sabían que los habíamos esquivado. Y fue glorioso. Pero justo cuando pensábamos marcharnos tranquilos, llegó una pareja extranjera. También sabían del timo. Les contamos lo que habíamos hecho, que la entrada oficial estaba más abajo y solo costaba 20,000 IDR, y no los 200,000 IDR que cobraban allí.  

Confirmamos sus sospechas. Ellos nos agradecieron… y encararon hacia la entrada. En cuanto vieron sus intenciones, comenzaron a gritarles. La pareja se negó a pagar. En segundos, los rodearon al menos 10 personas. El ambiente se puso muy tenso.

Volvieron hacia nosotros, nerviosos, preguntando si eso era normal. Les dijimos la verdad. Pero al ver que todo se estaba descontrolando y que nos empezaban a mirar a nosotros también con mala cara, decidimos irnos. Éramos dos. Ellos, veinte… y aumentando.

Encendimos la moto y desaparecimos. Seguramente esa pareja se fue indignada. O pagaron de mala gana. No lo sabremos. Pero lo que sí sabemos es lo que os dejamos en nuestra moraleja ▽

Moraleja y Aprendizaje de la Historia

No sabemos si fue porque era Galungan, porque fuimos muy temprano, o simplemente por suerte. Pero esquivamos la estafa.

Creemos que el hombre que nos cruzamos primero no nos cobró porque estaba solo. Y, en teoría, si te cobra, tiene que acompañarte un guía. El que volvió en la moto quizás fue a buscar refuerzos. Y nosotros nos escurrimos justo a tiempo.

Cascada Sekumpul

En Bali hay muchas cascadas donde dicen que necesitas sí o sí un guía. Pero en muchos casos, es solo un montaje para sacarte dinero. Si no quieres pasar un mal rato, tienes dos opciones:

  1. Ir muy, muy temprano.

  2. Resignarte a pagar.

Nosotros teníamos tiempo. Estábamos viviendo allí. Pero si tú estás de vacaciones, y quieres disfrutar sin estrés, paga y no discutas. Porque probablemente, salgas perdiendo.

Esto no significa que apoyemos este tipo de prácticas. Todo lo contrario: nos llenan de impotencia. Pero sabemos que las autoridades lo permiten. Y tú no vas a cambiar nada peleando en la entrada de una cascada.

A veces madrugar no adelanta el amanecer…  Pero esa mañana, nos salvó de una estafa.

Bali puede estar muy masificado, pero si te lo sabes organizar, puedes ver lugares increíbles con poca gente, sin colas… y sin timos. Al que madruga… algo o alguien le ayuda.

▶︎ ¿Quieres evitar la estafa en Sekumpul?  

Si tu decisión es hacer lo mismo que hicimos nosotros, en nuestro blog viajesytips.com te lo contamos al detalle. Te dejamos el enlace con el post donde te contamos lo que tienes que hacer:

  • Dónde está el warung secreto  

  • Qué homestay usar como excusa si te preguntan  

  • Cómo llegar sin perderte  

    Y todo lo que necesitas para disfrutar de Sekumpul en paz.

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